Los nuevos comienzos, como el de esta Sexagésima Tercera Legislatura, son siempre nuevas oportunidades que deben obligarnos a dimensionar lo que piensan y lo que viven la gran mayoría de las y los mexicanos a quienes decimos representar. Por ello, de cara al Tercer Informe de Gobierno lo primero que debemos reconocer es que México no se mueve en la dirección correcta.
Millones de mexicanos viven una dramática realidad que los golpea incesantemente todos los días. Una economía que no crece y no genera oportunidades, un sistema de seguridad rebasado por la delincuencia organizada que es incapaz de proteger y tutelar derechos humanos elementales, un régimen político que lejos de permitir la participación activa y libre de la sociedad se empeña en asfixiarse y permite que se utilicen los instrumentos de los gobiernos para la represión, la censura y la violencia.
Hay que decirlo con la responsabilidad que reclama este ejercicio republicano: la gran mayoría de las decisiones que se han tomado durante los últimos años, hoy tienen al país de rodillas y sumido en una grave crisis que erosiona las capacidades institucionales y por ende la legitimidad del Estado Mexicano.
Permítanme ponerlo de la siguiente manera, México padece una irresponsabilidad organizada que protagonizan, o protagonizamos, los poderes públicos. El Poder Ejecutivo porque de allí emana la visión de país, las acciones y las políticas equivocadas. El Judicial porque el imperio de la ley es una hipótesis que es refutada todos los días por la corrupción y la impunidad. Y el Poder Legislativo porque inconcebiblemente renuncia a ejercer su función de contrapeso para contener los despropósitos de su contraparte.
Por eso la interrogante que hoy muchos nos hacemos es para qué y a quién le sirve un país en estas condiciones.
Para responder a esta pregunta debemos decir que lo que hoy tenemos, desafortunadamente, es un régimen que esencialmente es funcional a los partidos de siempre y a la clase política, pero no a los ciudadanos. Debemos decir que en los últimos años las fuerzas políticas mayoritarias se han dedicado a tomar decisiones de espaldas a los mexicanos, sin atender eficazmente los problemas que más los aquejan; han impulsado acciones que representan retrocesos para la vida democrática y alientan la tentación autoritaria, así como medidas que trastocan el espíritu federalista de nuestra República para darle paso a la nostalgia centralista del antiguo régimen.
Lo reiteramos, México no se mueve en la dirección correcta, y no lo podemos decir de otra manera cuando se desprecian los derechos humanos, cuando tenemos más de 20 mil desaparecidos y se atenta a diario contra la libertad de expresión de periodistas y activistas de la información, cuando suceden atrocidades como las de Tlatlaya, Ayotzinapa y Ostula; no lo podemos decir de otra manera cuando la pobreza asciende de manera dramática y se profundiza la brecha de desigualdad, cuando en los primeros dos años de este Gobierno se sumaron a la pobreza 2 millones de mexicanos; no lo podemos decir de otra manera cuando impera la impunidad frente a los actos de corrupción que más indignan a los ciudadanos, como las redes de complicidad y conflictos de interés en el seno del Poder Ejecutivo; no lo podemos llamar de otra manera cuando el derroche de recursos y la suma de privilegios no sólo ha llevado a la vulnerabilidad de las finanzas públicas, sino que ofende a todos los ciudadanos. Porque pareciera que quienes toman decisiones en nuestro país están empeñados en socavar al Estado mexicano.
No es una exageración afirmar que atestiguamos una situación límite, con una clase política sumida en la comodidad de sus privilegios y ciega ante la realidad del país, con millones de mexicanos a los que se ha dejado fuera de la toma de decisiones y anhelan un cambio de rumbo, anhelan esperanza y una nueva oportunidad. Hoy, el hartazgo social y la indignación ciudadana alimentan la desesperación colectiva para dar paso a posiciones radicales, muchas de ellas controvertidas y debatibles, que llevadas al extremo sobrepasan la vida institucional.
Pero hay que decirlo también con realismo y sentido autocrítico, los principales responsables de poner en riesgo la vida institucional no son los ciudadanos, sino una clase política que no actúa con sentido de responsabilidad.
Si el Estado mexicano, y particularmente el Gobierno Federal, quiere restaurar su legitimidad, recuperar la confianza pública y garantizar la estabilidad política y social, necesita responder de manera inmediata a las legítimas exigencias de los ciudadanos, hacer frente con humildad a la indignación colectiva y escuchar la voz de la gente para demostrar su compromiso con la solución de los problemas que más lastiman a México.
En este Poder Legislativo también tenemos que asumir nuestra responsabilidad. El Congreso de la Unión debe ser el espacio donde tendrían que estar los mejores hombres y mujeres del país, no el lugar donde se acuerda de espaldas a los ciudadanos, no el espacio para el cabildeo de los poderes fácticos y los intereses partidistas. Para nosotros, para Movimiento Ciudadano, el Congreso es el espacio donde la voz de los ciudadanos dignifica la vida pública.
La realidad es que esta Legislatura arranca sin el beneficio de la duda, y sin otra alternativa que no sea la de repensar el rumbo de México. Algunos llegamos por primera vez a este Recinto dispuestos a hacer lo correcto, pero también llegan quienes abrazaron el Pacto por México que hoy tiene en vilo al país; quienes usaron la fuerza de su mayoría para imponer decisiones equivocadas; quienes para deshonra de sus orígenes, olvidaron su papel de oposición y alentaron una negociación cupular que no tomó en cuenta a los ciudadanos y que tampoco observó el más elemental respeto por la vida parlamentaria.
Por ello, los diputados y diputadas de Movimiento Ciudadano nos vamos a empeñar en demostrar que merecemos estar aquí, que podemos recuperar la utilidad pública de la discusión y la reflexión legislativa, que podemos demostrar que éste es el gran espacio donde se escucha a los ciudadanos y así contribuir a regresarle el rumbo correcto a nuestro país.
Nosotros nos asumimos como la Bancada de los Ciudadanos porque estamos convencidos que la política no se trata de los intereses de los partidos, sean de derechas o de izquierdas, se trata de los ciudadanos, de sus causas, de sus problemas, de sus necesidades, y de sus anhelos. Eso es lo que nosotros entendemos por interés público, y por eso estamos aquí.
Movimiento Ciudadano se asume como un proyecto nacional desde el cual aspiramos a representar a los ciudadanos que están hartos de los partidos de siempre. Es por ello que tenemos la convicción de que la participación ciudadana es el oxígeno de la vida democrática y que para enfrentar la crisis por la que atraviesa el Estado mexicano, debemos partir del principio de que la gente manda.
Con esta visión, la Bancada de los Ciudadanos buscará marcar una diferencia contundente en esta Cámara. Nuestro grupo parlamentario adoptará como principios básicos de nuestro trabajo: la urgente necesidad de oxigenar la vida democrática nacional, la contención al derroche de recursos públicos, el combate a la corrupción y la impunidad, la defensa los derechos humanos y las libertades, la protección del medio ambiente y nuestros recursos naturales, el impulso a derechos de nueva generación, entre muchos otros.
Hoy también nos comprometemos de manera puntual a desmantelar el régimen opacidad, privilegios y complicidades que tiene secuestrado a la Cámara de Diputados; no nos rendiremos hasta transparentar la toma de decisiones y abrir la Cámara a los ciudadanos, hasta detener el derroche y desvío de recursos públicos, hasta devolverle la dignidad a la Casa de todos los mexicanos.
Como fuerza política, Movimiento Ciudadano será la oposición crítica y constructiva que reclaman muchos mexicanos. Entendemos el papel de la oposición como un espacio desde el cual se debe actuar con absoluta responsabilidad y altura de miras; como un espacio desde el cual se debe construir y no destruir, se debe sumar y no dividir. En este sentido, nos alejaremos del conformismo que ha caracterizado a otras fuerzas de oposición, pero también nos distanciaremos de las posturas estridentes y de los extremos de quienes buscan imponer su visión a toda costa. Para nosotros, la oposición también es un espacio desde el cual, en una democracia, podemos aspirar a construir mejores gobiernos, mediante la crítica, el diálogo y el entendimiento.
Hay muchas voces en este país que dicen que el Gobierno Federal no entiende que no entiende, que no es capaz de explicar sus acciones de frente a los mexicanos, que ha perdido la brújula y la confianza. Por ello es que, en esta primera mitad del periodo de gobierno, sería de un gran valor político y demostraría una verdadera convicción democrática, que el Poder Ejecutivo Federal y el resto de las fuerzas políticas que lo acompañaron en esta aventura, aceptaran que el camino que eligieron fue el equivocado, que se cometió un error conceptual en el diseño de país que originó el Pacto por México, el cual no ha rendido los frutos esperados y que ha guiado a la descomposición del Estado y a la más profunda desconfianza e indignación de los ciudadanos.
Este acto de responsabilidad, autocrítica y sentido común, nos permitiría reconstruir las bases del diálogo democrático y tener una nueva oportunidad para sumar esfuerzos y reconstruir el camino que exige nuestro país.
Movimiento Ciudadano estará del lado de quienes adopten las causas de los ciudadanos; de quienes dejen de tomar decisiones en cúpulas partidistas y de espaldas a los mexicanos; de quienes tengan el firme propósito de convertir a esta Cámara de Diputados en el espacio de reflexión nacional y honren la voz de los ciudadanos.
Las diputadas y diputados de Movimiento Ciudadano venimos con esta responsabilidad y con la misma esperanza de millones de mexicanos que exigen una sacudida de la vida pública nacional, venimos a demostrar que se puede hacer política y se puede legislar con principios, con dignidad, con responsabilidad y siempre del lado de la gente.
Hoy, estamos muy claros que aquí somos minoría, pero afuera somos más, muchos más los que queremos un país distinto.
1 de septiembre de 2015
Dip. Clemente Castañeda Hoeflich
Coordinador Parlamentario de Movimiento Ciudadano
LXIII Legislatura
Cámara de Diputado